¿Porque los latinos son una gran y a veces una difícil bendición a la Iglesia local europea?
Crecí en la iglesia Metodista Pentecostal de Chile en Valparaíso, en la calle Baquedano. Bueno, esa era la Iglesia de mi abuela, su padre El Pastor Ramon Yáñez fue Pastor por mucho tiempo allí y el Señor lo uso grandemente. Mi abuela me llevaba cuando la visitaba cada domingo, y una vez que mi padre se convirtió al principio de los años ochenta, asistimos como familia los domingos.
Honestamente, no me gustaba ir, me regañaron más de una vez, la verdad es que sino fuera por el apellido… Pero fue allí donde, con la paciencia de muchos hermanos fui expuesto a las Escrituras, y me enseñaron el evangelio, sin yo tener una experiencia real con Jesús. Pero, fueron años formativos. Lo que si recuerdo claramente es que los domingos la Iglesia estaba llena, y cuando había un almuerzo especial después del culto la iglesia se llenaba más.
Allí también aprendí que dentro de la Iglesia hay culturas y tradiciones. En esos tiempos era una iglesia conservadora, con un respeto y casi devoción al pastor. Se comenzaba con alabanzas y con anuncios para después pasar a la escuela dominical, aun me acuerdo del timbre que sonaba mas de una vez para avisarnos que la clase terminaba y que debíamos subir al templo para escuchar la predicación y los testimonios.
No recuerdo mucho las predicaciones del pastor, pero si ponía mucha atención a las predicaciones de mi tío Ramon. Sus predicaciones eran distintas, tenían un enfoque más real, eran más sinceras, quizás por que él era dentista sabía tratar a la gente de manera más cordial y personal. Su trato con las Escrituras era mucho más meticuloso, no era solamente “esto es lo que me dijo el Señor”, sino que había un estudio, había preparación y también una gran unción del Espíritu Santo cuando él predicaba.
El testimonio dentro del culto era tan importante como la predicación y lo que más recuerdo eran las tres glorias a Dios que se daban, cuando la historia del testimonio terminaba y el Pastor, o el líder decía algo así: “Vamos a dar gracias por lo que Dios ha hecho con nuestro hermano dando tres glorias a Dios” Gloria a Dios para siempre, Gloria a Dios para siempre, Gloria a Dios para siempre, ¡Amen! Este casi cantico era especial, porque toda la iglesia se paraba y con los brazos extendidos al cielo, todos con voz fuerte declaraban estas tres frases. Incluso me acuerdo de que cada vez una delegación de otra Iglesia nos visitaba, el saludo eran Tres Glorias a Dios.
Lo otro que me llamaba la atención eran los testimonios de evangelización. Creo que dentro del contexto Metodista Pentecostal esto era conocido como “El Punto”. Por mucho tiempo no lo entendía, solo cuando un día me toco ir al “Punto” fue que lo entendí. Era el lugar asignado para hacer evangelismo y era en la calle. Evangelismo era un mandato, y salir a las calles, hombres o mujeres con Biblia en mano acompañados a veces de guitarras y o de una pandereta era indiscutible . Aun a capela para a parase en una esquina de la calle y al son de un hinmo cantar y luego predicar en voz alta, a veces ayudados por un megáfono. Eso era el “punto”, donde se proclamaba el testimonio de una vida cambiada por el Señor, mientras que la gente pasaba, el tráfico fluía, allí en una esquina la Iglesia daba testimonio. Estoy seguro de que muchos se convirtieron así, escuchando y cayendo en una convicción fuerte. Pero para mí, cuando solo tenía no más de catorce o quince años la experiencia de ir al punto era aterradora. Y me acuerdo muy bien que, aun no teniendo una relación con Dios oré pidiendo que nunca, pero nunca me tocara dar una predicación o un testimonio en la calle.
Lo otro que me llamaba la atención dentro del culto Pentecostal que hablar en lenguas era muy normal y esperado dentro del culto. Para mi era algo extraño que no lograba entender y que ocurría durante el tiempo de oración. No se porque, pero lo que recuerdo es que no todos hablaban en lenguas, eran solo algunos y casi siempre los mismos.
Dentro de esta Iglesia, que era la Iglesia de la familia, había una cultura, una tradición bastante marcada. Se entendía que el verdadero hijo o hija de Dios no solo era nacido de nuevo, sino que adoptaba un fuerte vínculo y un hermetismo cultural y tradicional.
La verdad es que cada una de las Iglesias que hay en este mundo existen elementos culturales fuertes y una tradición importante y esto es natural. Ya que el Evangelio se expresa y se vive de manera diferente en cada cultura y en cada nación. Esto lo se muy bien, ya que soy pastor en una Iglesia que se ha estado presente en Irlanda por mas de 300 años, tenemos una cultura y una tradición protestante bastante marcada.
Pude entender, conocer, aprender mucho de las Iglesias Latinoamericanas y del Caribe de manera muy cerca durante mi tiempo a bordo del barco Logos 2. La bendición de visitar Iglesias en Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana y compartir con hermanos y hermanas de toda Latinoamérica fue y es aún una gran bendición. Vivir la pasión con la cual se alaba al Señor y presenciar la unción de la predicación. La Palabra del Señor proclamada a través de pastores que a veces carecían un título teológico. Aún más vivir y ser bendecido por la generosidad de muchas iglesias en Latinoamérica es algo único y maravilloso.
Y quizás por ello es que se hace un poco difícil la adaptación y la transición de hermanos y hermanas que han dejado sus países, sus familias, sus iglesias en busca de una prosperidad y seguridad en otro continente. Donde la Iglesia ya no es la misma porque está compuesta de otros matices culturales. Esto lo vivimos muy de cerca cuando estábamos en Madrid, nuestra pequeña Iglesia donde era pastor de jóvenes recibimos con entusiasmo y alegría a nuestros hermanos colombianos, argentinos, ecuatorianos, en una congregación donde había españoles y en una iglesia que había nacido en España a mediados del siglo diecinueve. Sin embargo, muchas de las Iglesias crecieron gracias a la emigración latinoamericana y muchos han encontrado el evangelio en estas iglesias.
El cambio cultural es grande, y las expectativas quizás son altas de encontrar una Iglesia evangélica que se asemeje a lo que nuestros hermanos dejaron en sus países. Cuando la realidad es que las Iglesias en la península ibérica son totalmente diferentes con distintas tradiciones, ricas en historia y en testimonios. Es una iglesia que sufrió una larga persecución y que ahora poco a poco ha estado surgiendo con mucho esfuerzo gracias a lideres que lo han dado todo al servicio del Señor. Es una Iglesia que no supo de la Reforma Protestante, sino que ha sufrido históricamente la influencia de la Contra Reforma.
Aún recuerdo cuando viviendo en Madrid un día de otoño fuimos a caminar por el “Parque el Retiro”, es allí donde se encuentra el famoso museo El Prado. Caminando por el parque nos encontramos con un grupo de hermanos latinoamericanos predicando y dando testimonio. Por un momento pensé que estaba en el “punto”. Pero no, estábamos en el centro de Madrid. La gente en vez de parar y escuchar se alejaba y miraba a este grupo de una forma extraña, no entendiendo lo que pasaba. Estoy seguro de que este mismo tipo de evangelización era efectiva en el país de donde estos hermanos provenían, aun mas este tipo de evangelismo es Bíblico, el Apóstol Pablo lo uso más de una vez. Me acuerdo de un puerto en Venezuela haciendo evangelismo a través de un sketchboard una gran cantidad de gente se acerco a escuchar y estoy seguro de que mas de uno llego a conocer el evangelio de manera personal. Esto lo vivimos en muchos países donde visitamos con el Barco Logos 2.
No tengo ninguna duda de que estos hermanos estaban convencidos de que estaban haciendo la voluntad de Dios y que estaban en un plan misionero, además se que la Palabra de Dios siempre trae frutos. Sin embargo, viviendo y trabajando con hermanos españoles no podía ignorar que existía una brecha cultural, habia un cierto nerviosismo incluso de líderes cristianos a este tipo de ministerio.
Lo curioso es que recuerdo claramente que si había un lugar asignado donde se ubicaban pequeñas mesas con dos o a veces tres sillas, donde por una suma de Euros uno podía sentarse y conocer que decían las cartas. Eran unas diez mesas donde las personas eran introducidas al Tarot. Habían personas esperando para poder sentarse y en los fines de semanas esto se llenaba, era muy popular. Había un hambre por conocer el futuro y estar conectado espiritualmente.
Muchas veces escuche que en países como España o Portugal se describen como el cementerio de misiones y de que las personas son muy difíciles de alcanzar con el Evangelio. La verdad, es que esta idea, que se ha hecho muy popular ya no la comparto, aunque en un tiempo si la creí porque tenía un concepto misional desde la perspectiva latinoamericana. Cuando la realidad es que hay muchas personas que están abiertas a un encuentro espiritual. Es muy fácil tener una posición defensiva y así justificar una misión. Pero la realidad es que el Espíritu Santo es el Espíritu Misionero de Dios, como una vez lo describió John Stott. El Espíritu Santo tiene gran creatividad y es poderoso para tocar cada corazón, además de equipar a su Iglesia de todo lo que ella necesita para que prospere.
Lo que descubrí es que hay un hambre espiritual muy grande y el desafío está en saber como evangelizar, como hacer misiones dentro de un contexto que es culturalmente distinto. Como vivir siendo un expatriado hijo de Dios. Es qui donde tenemos que estar completamente convencidos que somos hijos e hijas de Dios y que nuestra identidad no esta basada en lo que dice nuestro pasaporte, sino lo que dice el pasaporte de nuestros corazones. El apóstol Pablo lo dijo “Y es manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.” (2 Corintios 3:3 RVR95) Es recordar que hemos sido comprados por un gran precio y por gracia somos salvos.
El apóstol Pedro en sus primeras palabras dice: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.” (1 Pedro 1:1–2 RVR95)
Esta es nuestra identidad espiritual la cual debe ser y estar en el centro mismo de quienes somos. Tiene que ser la fuerza la cual nos ayuda a poder vivir como expatriados en Cristo y a si servir a una iglesia y aun pueblo que esta espiritualmente hambriento. Somos elegidos, hemos sido predestinados, somos santificados para obediencia y somos de Cristo, su sangre es nuestra sangre. Somos un pueblo de la Gracia y de la Paz de Dios. Y es esto lo que Pedro dice, que vivamos, en la gracia y en la paz de Dios, la cual es supernatural y que será multiplicada dentro del país donde residimos. Los hermanos latinos, de los cuales soy parte, somos y seremos una gran bendición para la iglesia local. Esto es Biblico, el profeta Jeremias compartiendo la palabra de Dios a un pueblo en el exilio dijo:
“«Edificad casas y habitadlas, plantad huertos y comed su fruto. Tomad mujeres y engendrad hijos e hijas, tomad mujeres para vuestros hijos y dad vuestras hijas a maridos para que den a luz hijos e hijas, y multiplicaos allí y no disminuyáis. Y buscad el bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al SEÑOR por ella; porque en su bienestar tendréis bienestar».” (Jeremiah 29:5–7 LBLA20)